Graellsia isabelae Graells

ARAGONÉS                       Graelsia
CASTELLANO                    Mariposa isabelina
CATALÁN DE ARAGÓN    Graèllsia

La Graelsia es una mariposa nocturna de gran tamaño. Destaca por un espectacular diseño verde azulado con rayas rojizas y cuatro ocelos u ojos coloridos. Tiene, además, dos elegantes colas, lo que la hace ser considerada como la mariposa más bella de Europa. A pesar de tener un diseño tan colorido y de su gran tamaño, cuando está posada en los pinos, su hogar, pasa desapercibida. Tiene, pues, un paradójico diseño críptico.  Cuenta con dos antenas pectinadas, con forma de doble peine, propias de una especie nocturna.

 

Se dividen en 6 poblaciones: Sistema Ibérico, Sistema Central, montañas Béticas, Pirineo orientales, Pirineos occidentales y Alpes. El origen de la especie está en el Sistema Ibérico (Ademuz, Bronchales, Els Ports de Beseit…) que en el último máximo glaciar (hace 20.000 años) se convirtió en refugio para el pino laricio o nazarro, su hábitat. Hace unos 6.000 años, ya con clima templado, se extendieron siguiendo la expansión del pino hacia el norte desde Els Ports alcanzando el Pirineo oriental o catalán. Allí se instaló una segunda población. De manera independiente y más tarde, llegaron al Pirineo occidental o aragonés y dieron lugar a una tercera población. Ambas se adaptaron al pino royo que también expandía su área de distribución. De allí pasaron a los Alpes. Otro grupo llegó hacia el sur hasta las montañas Béticas y, más tarde, desde allí, al Sistema Central. Cada uno de estos grupos se diferencia desde el punto de vista genético de manera que, curiosamente, las graelsias del Pirineo oriental y occidental no se cruzan entre sí.

Vive en bosques de coníferas, prefiriendo los de pino royo (pi roig, Pinus sylvestris) y los pinos laricio o nazarro (pinassa, Pinus nigra). La hembra pone los huevos en primavera en acículas, pequeñas ramas o grietas de la corteza, en grupos pequeños de 2 a 7 huevos, y en distintos pinos hasta un total máximo de 200 huevos (17-200). Al cabo de 2 a 6 semanas nacen las orugas que pasarán por cinco estadios hasta alcanzar unos 8 cm. de longitud. Les lleva unos 45 días entre junio y agosto; durante este tiempo comen acículas. En los últimos estadios, si se sienten amenazadas, pues son un bocado apetecible para sus predadores, producen un chasquido con las mandíbulas, se yerguen y expulsan un vómito de color verde vivo.

Tras esta fase de larva, descienden y se entierran para pasar a la de crisálida. Tejen un capullo de seda al que se adhieren acículas del suelo y quedan así enterradas hasta la próxima primavera. Entre marzo y julio salen del capullo, se suben al pino y estiran las alas hasta tomar su forma de imago, de mariposa. Viven unos pocos días: 6, los machos (2-15) y 8, las hembras (3-16), periodo que dedican a reproducirse, pues ni siquiera comen, ya que tienen la espiritrompa atrofiada. Los machos pueden volar decenas de kilómetros y son capaces de localizar a las hembras, las feromonas de las hembras, a 3 km. de distancia. Una vez fecundados los huevos, el ciclo comienza de nuevo.

Las colas que la hacen tan bella cumplen una función defensiva. Al vibrar en vuelo interfieren el retorno de las ondas de ecolocalización que lanzan los murciélagos para cazar en la oscuridad y, además, llegado el caso de un ataque, confunden al predador que se lanza a por las colas en vez de alcanzar el abdomen, permitiendo la huida de la presa. Sirven, asimismo, sobre todo las de los machos, para estabilizar y controlar el vuelo.

Las amenazas para esta especie son las actividades forestales, el uso de plaguicidas o la iluminación artificial de las zonas rurales, que atraen a las mariposas isabelinas interfiriendo en su reproducción. También, sobre todo, hasta que se legisló su protección, el coleccionismo.

La graelsia pertenece a la familia de los satúrnidos. Este grupo cuenta con 2.300 especies de mariposas e incluye algunas de las más grandes conocidas. La familia se originó en los neotrópicos (regiones tropicales de América) y la mayoría de sus integrantes vive en bosques tropicales y subtropicales. Por ello, cuando en el siglo XIX se describió la graelsia como nueva especie europea hubo polémica, pues se pensaba que no podía existir un tipo de mariposa de aspecto «tropical» en el viejo continente.

En Aragón viven otras tres especies autóctonas de la familia de los sartúrnidos: Saturnia pyri, Saturnia pavonia y Aglia tau. La primera, conocida como gran pavón, es la mariposa e insecto más grande de Europa, robusta, alcanza entre 12 y 20 cm. de envergadura, aunque no tiene colores tan llamativos como la graelsia ni colas. Habita campos con árboles frutales (almendro, ciruelo, cerezo, melocotón…) y bosques de ribera.

Los nombres comunes de la graelsia son modernos y tienen que ver con el nombre científico de esta especie descubierta en el s. XIX. Fue descrita por Mariano de la Paz Policarpo Graells Agüera en 1849. En principio, la clasificó como Saturnia diana, aunque después le otorgó un género nuevo al que llamó utilizando su propio apellido, Graells, y dedicó el hallazgo a la reina Isabel II, de donde le viene el nombre específico, isabelae.

Portada del libro sobre la graelsia que podrás descargar en el enlace de debajo.

Desconocida graelsia

Hagamos un juego. En 1949, coincidiendo con el centenario del nacimiento para la ciencia de la graellsia, el antropólogo Timoteo Tricas andaba recorriendo Aragón con unas láminas de fauna y preguntando por los nombres comunes y otros aspectos culturales de los animales silvestres. Llevaba consigo, además, una pequeña caja con una mariposa isabelina naturalizada que enseñaba a todos sus entrevistados. Para su sorpresa nadie conocía ni había visto nunca una mariposa como esa y las respuestas que le daban eran genéricas: paxarela, boleta, bolandrina, marimposa, esparbera, posalera…, que servían para cualquier mariposa; ninguna era exclusiva de esta especie. ¿Por qué crees que podía pasar esto? Piensa, hay tanto razones naturales como culturales…

Ya hemos dicho que la graelsia se expandió desde los fríos cuaternarios al mismo tiempo que el clima se templaba y los pinos extendían su área de distribución. Eso pasó desde hace 20.000 años hasta hace unos pocos miles de años. Con la llegada del Neolítico y de las culturas de los metales, la agricultura y la ganadería fueron necesitando terrenos para desarrollarse, con lo que la superficie forestal se fue reduciendo paulatinamente. La Edad Media supuso un empujón deforestador, proceso que no cejó hasta mediados del siglo XX, cuando nuestro protagonista preguntaba por la graelsia. Sus poblaciones se habían vuelto a reducir con la desaparición de los pinares. A partir de aquellos años se dio el fenómeno contrario: por un lado, el Estado plantó miles de hectáreas de pinar; por otro, el campo empezó a sufrir la emigración a las ciudades y el abandono de campos y pastos permitió una extensión natural de los bosques, con lo que la graelsia se extendió con ellos. Pero eso fue después de las investigaciones de Timoteo.

Por la parte cultural, la graelsia es nocturna y de día se camufla perfectamente en los pinos; no se ve. Nadie andaba por la noche con luces por los pinares en aquellas épocas. Los pueblos estaban lejos del bosque y escasamente iluminados, por lo que las mariposas tampoco bajaban a las casas; no era fácil que se dejaran ver por la gente, ¿cómo la iban a conocer? En los decenios siguientes esto cambió, con bosques más grandes y buena iluminación en las calles. Las graelsias aparecían por pueblos y ciudades. En los años 70-80 incluso se podían comprar las incautas que acudían a las farolas, en Albarracín. El cambio en el alumbrado público de luz artificial que emite luz ultravioleta a otras más modernas ha paliado en parte este nuevo problema