Tetrao urogallus L.

ARAGONÉS                       Aurón
CASTELLANO                   Urogallo
CATALÁN DE ARAGÓN   Gall salvatge

El aurón es un gran gallo montés de entre 3 y 5 kg. de peso en el caso de los machos, la mitad para las hembras. Los machos son oscuros con alguna mancha blanca y el pico claro; sobre los ojos tienen una ceja roja. Las alas son más pardas, oscuras también. Cuando están en celo abren la cola en abanico y bajan las alas para parecer más grandes, al tiempo que levantan la cabeza y exhiben una especie de barbilla de plumas. Las hembras son pardas, un pardo dorado, pico también pardo y tímida ceja rojiza.

Este gall salvatge era el rey de los bosques subalpinos pirenaicos, de pino negro y también de abeto (abetosas) y de pino royo. Busca bosques maduros, sin demasiadas matas altas, bosques viejos, en cuyos claros o bajo los cuales crece el arándano o anayón -aunque no siempre es así-, el rododendro o farnuzera, o pinadas más secas con uva de oso o buxarguala y chinebro o enebro. Es decir, viejas selvas del piso subalpino y del montano superior ricas en forniguers u hormigueros, fundamentales en la alimentación de los pollos.

La alimentación del urogallo pirenaico pasa por la ingesta de pinarra, de hojas de pino y abeto durante el invierno, de arándanos o anayons al final del verano, y de otras hojas y frutos cuando hay ocasión. Los pollos, en sus dos primeras semanas de vida, dependen, como se ha indicado, de las hormigas y otros invertebrados.

En invierno, como tantos otros habitantes de la alta montaña, vive de no gastar. Por ello, cuando es molestado, el esfuerzo de volar y huir, repetido, acaba con sus reservas y con su posibilidad de sobrevivir. Actividades, como las raquetas, el esquí de travesía, el senderismo en épocas de celo (en primavera), y los perros sueltos son una parte importante de los problemas que están llevando a su progresiva extinción. Otra amenaza es la predación: martas, rabosas, gais o arrendajos y cuervos, además del chabalín o jabalí, prácticamente ausente de los bosques aragoneses a mediados del siglo pasado y hoy abundante, no tanto por lo que caza, sino por lo que destroza y por comer los huevos de las puestas, situadas en el suelo. También le afecta el cambio climático, al ser una especie adaptada al frío.

Tal vez una reacción a la invasión de sus territorios es la presencia esporádica de aurons «locos», que buscan y atacan a los paseantes, o de gallinas (hembras), que bajan a los lugares con gente y se posan sumisas. Ha pasado en los Alpes y en el Pirineo. Una respuesta insensata es contestar con la misma moneda. Así, un macho quedó inútil con la pata rota por la acción irresponsable de un turista que le pegó con el palo. Sucedió en Canfranc y supuso la puntilla para la muy escasa población de urogallos de esa zona del Pirineo. Otro aurón murió en Benás / Benasque, agotado tras sufrir el acoso de los turistas que lo fotografiaban. Lo correcto es abandonar el lugar y dejarlo en paz, aunque en ocasiones no quieren cejar en su belicosidad; al mismo tiempo, hay que avisar al 112 para que suban los Agentes para la Protección de la Naturaleza del Gobierno de Aragón a recogerlo y retirarlo del lugar.

El aurón es una reliquia de la fauna venida del frío. Una vez llegado el clima templado quedó aislado en diferentes poblaciones y dio lugar a subespecies. La subespecie del Pirineo es la llamada aquitanica, Tetrao urogallus aquitanicus. Es, por lo tanto, una subespecie en una situación muy frágil. En esas mismas condiciones está la subespecie cantábrica (cantabricus), y alguna otra europoea.

Una curiosa historia evolutiva

En el último periodo glaciar, hace 20.000 años, los hielos cubrían Europa y muchas especies se refugiaban en zonas meridionales de clima más benigno como Iberia o los Balcanes. Allí se mantuvo el aurón que evolucionó de manera autónoma, lo que con el tiempo y el aislamiento geográfico dio lugar a 3 subespecies, la cantábrica, parte de la pirenaica y la conocida como rudolfi, que habita desde los Cárpatos a Grecia y Bulgaria. Se trata del llamado linaje meridional. Más tarde, urogallos venidos desde el sur de Asia, donde también se habían refugiado, ocuparon buena parte de Europa llegando hasta el Pirineo; a este linaje pertenecen 9 subespecies de galls salvatges, desde Siberia a Escocia, y parte de la población pirenaica. Este es el linaje boreal.

La denominación urogallo es un cultismo, como el nombre científico, y se relacionan con el germánico antiguo auerhuhn, que viene a significar ‘gallo salvaje, macho o fuerte’. Es esta una palabra que se conserva en alemán, alemánico (alemán suizo, por ejemplo) y holandés, además de en aragonés: aurón. Gall salvatge, por su parte, es una solución natural desde la lengua romance: en catalán, gall salvatge, gall fer; en la Cordillera Cantábrica, gallo de monte; en aragonés, gallo montesino, etc. No solo se ha comparado con el gallo, también con el pavo e incluso con el faisán, tanto en las diferentes lenguas pirenaicas como en el Cantábrico. Y, en sentido contrario, en aragonés, aurón sirve también para denominar a un gallo doméstico especialmente grande.

En San Juan de la Peña / San Chuan d’a Peña, junto al claustro, hay una capilla dedicada a san Beturián, del s. XIII, en la que aparece un friso de aurons en celo, una iconografía original en ese arte. Seguramente se debe a que el ave estaba presente en aquellos tiempos en esas sierras. Muy cerca, en el tímpano de la románica iglesia de Navasa, el clásico tetramorfos, que representa a los cuatro evangelistas en forma de toro, león, águila y persona, fue repensado en una versión popular y local, con un jabalí, un urogallo, un perro pastor o mastín y su pastora.

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