Ursus arctos L.

ARAGONÉS                       Onso
CASTELLANO                    Oso
CATALÁN DE ARAGÓN    Onso, Òs

El onso es el mayor de los animales salvajes que hay en Aragón: Mide, de cabeza a cola, entre 170 y 200 centímetros. Las hembras pesan en el Pirineo de 70 a 170 kilos y los machos, de 80 a 250 kg. En Alaska, sin embargo, son mucho mayores y pueden pasar de 300 cm. y llegar a 700 kg. El onso es pues una especie variable a lo largo de su distribución y no es lo mismo un oso mediterráneo que uno canadiense, ni en su tamaño ni en sus costumbres o dieta.

El hábitat de los onsos son las selvas, los bosques maduros bien conservados. Tiene, por tanto, una distribución restringida en Europa. Es extensa en Rusia, Escandinavia o el noroeste de Norteamérica, pero fragmentada en el resto de Europa. En la Península Ibérica hay dos poblaciones, una en el Cantábrico y otra en el Pirineo. La del Cantábrico está, a su vez, dividida en dos, una población oriental y otra occidental, que suman entre 230 y 270 ejemplares. En el Pirineo también hay dos poblaciones, la del Pirineo occidental, con 4 onsos, y la del Pirineo central, con 36.

La imagen del onso es de sobras conocida, con cabeza y orejas redondeadas, patas cortas y robustas, las anteriores más cortas que las posteriores, y pelaje corto y espeso, pardo. Es un mamífero plantígrado, pues apoya toda la planta del pie al caminar, lo que le permite levantarse fácilmente sobre sus extremidades posteriores; es un animal con «manos» y «pies», lo que da a sus huellas una imagen característica, ya que sus pies dejan un rastro vagamente similar al de los humanos, no así las manos. Tiene un buen olfato y fino oído. De él se dice que «cuando una pluma cae del cielo, la ve el águila, la huele el oso y la oye el ciervo». Con esos sentidos y la cobertura del bosque, es muy hábil evitando molestias y amenazas, por ejemplo, las provocadas por las personas.

Nuestros onsos son omnívoros, puesto que comen de todo: frutos, helechos, hierba, bulbos, corteza y hoja de los árboles, miel, insectos, larvas y otros animales, sobre todo si los encuentra muertos. No desdeña, en su caso, atacar al ganado, ovejas y vacas, pero, en principio, no es su norma habitual. En porcentajes, la mitad de su dieta está formada por plantas herbáceas y la otra mitad se divide entre frutos, insectos y mamíferos (carroñas, salvajes y domésticos). Se da una pequeña diferencia entre el oso de raza pirenaica y el de origen esloveno: el esloveno come menos bayas (un sexto del total, frente a algo más de un cuarto del pirenaico) y completa la dieta con el doble de insectos y algo más de mamíferos.

En realidad, en el año 2010, con la muerte de Camille, desapareció el último oso de pura estirpe pirenaica (si quieres saber la historia, el escritor y agente para la Protección de la Naturaleza Carlos Tarazona, te la contará en 3 videos muy interesantes); si quieres seguir los pasos de Camille, hay una senda jalonada de refugios de montaña entre muy hermosos paisajes, donde te darán toda la información precisa). Para paliar esta situación, entre 1996 y 2018, se introdujeron osos traídos desde Eslovenia, pertenecientes a la misma subespecie, criados y habituados a unas montañas similares a las pirenaicas.

En el Pirineo aragonés, los osos entran desde la parte francesa y aranesa y ocupan irregularmente los terrenos de los extremos: el Parque Natural de los Valles Occidentales y el Parque Natutal Posets Maladeta.

Los nombres comunes del onso vienen del latín ursus, aunque en el lado bearnés del Pirineo (detrás de las montañas de Jaca, en Francia) tiene un curioso nombre, pe descaous, que en gascón (occitano, la lengua del sur de Francia) significa ‘pies descalzos’, por la huella plantígrada comentada. Con esa denominación elaboran un queso magnífico producido por ganaderos de los valles de Bearn y relacionado con los programas de apoyo a la especie.

El onso es un elemento importante de la cultura popular. Es protagonista de los carnavales tradicionales, de cuentos e historias, y está presente en la toponimia, en la escultura románica, etc. Su antiguo culto se puede rastrear en espacios sagrados, como la Bal d’Onsera, en la sierra de Guara. Las onsas, desde tiempos remotos han sido un símbolo de fertilidad. En la Bal d’Onsera hubo un culto de este tipo que la iglesia católica intentó controlar colocando a san Martín, más tarde reforzado por san Úrbez, el santo que domó a la onsa. Estos intentos de camuflar los antiguos ritos no impidieron que reyes y nobles aragoneses acudieran a esa montaña cuando querían tener hijos, como hicieron Pedro IV de Aragón o el duque de Villahermosa. Sí lo consiguieron con las diferentes fiestas populares que tienen en sus orígenes el culto al onso, como la Candelera, san Blas, san Martín, etc.

EL DECLIVE DEL OSO EN ARAGÓN

La historia del onso en Aragón es la de un paulatino declive. En la Edad Media había osos en terrenos de las tres provincias. En 1238 los monjes de Veruela otorgan carta de población a Alcalá de Moncayo:  e de caça de mont, ço es de honso e de porco e de ciervo ‘y de caza de monte, esto es de onso y de jabalí y de ciervo’. En 1303 el rey de Aragón Jaime II se reserva el derecho de cazar osos en Mosqueruela. En el siglo XVIII ya está la especie refugiada en las montañas pirenaicas y, llegado el siglo XX, su población es tan reducida que su supervivencia se encuentra comprometida. En la imagen de la derecha podemos ver una garra de oso clavada en la puerta de la Casa Hospital de San Millán, en Torrelapaja, en la Comarca de la Comunidad de Calatayud, lo que deja claro que en épocas remotas se cazaron osos por estas tierras limítrofes con la meseta soriana.