Gypaetus barbatus L.

 ARAGONÉS                     Cluxigüesos
CASTELLANO                   Quebrantahuesos
CATALÁN DE ARAGÓN   Trencalòs

El quebrantahuesos es una gran ave rapaz que llega a 2’80 metros de envergadura. Los adultos tienen el pecho y la cabeza claros, generalmente rojizos, color que adquieren a base de baños en barros ferruginosos. La espalda y las alas son negras y cuenta con una especie de bigote negro característico que le marca una franja oscura desde los ojos al borde del pico. A ese bigote le debe su nombre específico, barbatus. El nombre del género Gypaetus significa buitre-águila pues, siendo un buitre por sus costumbres carroñeras, su aspecto es el de una imponente águila. Su silueta es fina, elegante, destacando una larga cola en forma de rombo. Los ejemplares jóvenes son oscuros y van adquiriendo el plumaje de adulto a lo largo de unos 5 ó 6 años. No hay diferencias notables entre los machos y las hembras.

El cluxigüesos vive en Aragón en montañas con buenas poblaciones de ungulados (sobre todo de sarrios), otros mamíferos como la marmota y ganado extensivo (que se alimenta en el medio natural). En el caso de la Península Ibérica y de manera natural, su espacio se reduce a los Pirineos, donde se localizan algo más de 100 unidades reproductoras, buena parte de ellas en territorio aragonés. 

Fotografía: Manuel Grasa

A nivel mundial está presente en diversas montañas de Europa, Asia y África, aunque casi siempre con poblaciones débiles, amenazadas y a menudo aisladas. De hecho, la de los Pirineos es una de las mejores áreas para el trencalòs. Que viva en territorios tan apartados produce que a día de hoy todavía se desconozcan muchos datos de su distribución y efectivos reales.

El aislamiento y debilidad de sus poblaciones ha llevado a las administraciones a desarrollar varios proyectos de reintroducción de la especie en macizos montañosos de los que desapareció en su día. En la Península Ibérica hay varios programas en marcha que intentan devolver estas rapaces a las montañas andaluzas, a los Picos de Europa y al Sistema Ibérico. En los Alpes hay desde hace décadas un programa de reintroducción que con mucho esfuerzo está consiguiendo que se reproduzca en los distintos países que ocupan la cordillera.

El quebrantahuesos, como indican sus nombres comunes, tiene una dieta muy especializada: come huesos. Es el último eslabón entre los vertebrados que «limpian» las carroñas de las montañas. Esta dieta tan reducida supone una debilidad para su supervivencia. Por ello hay instalados varios comederos en Aragón donde se le aportan huesos de corderos cedidos por los mataderos de la zona.

A diferencia del buitre, el cluxigüesos no es gregario, no vive en colonias, sino que nidifica y defiende un territorio propio de un tamaño orientativo de 200 a 300 km2.  Allí cuenta con varios nidos que va utilizando según le conviene; de esta manera consigue que durante la temporada que no son usados se desparasiten y vuelvan a ser entornos seguros para el pollo.

Solo sacan un pollo adelante cada temporada, y solo la mitad de los años tienen éxito reproductivo, lo que añade factores negativos para su supervivencia. Como curiosidad, es frecuente que las llamadas unidades reproductoras estén formadas por dos adultos y una hembra, trabajando los tres en la crianza del pollo (también, como excepción, dos hembras y un macho, o dos hembras y dos machos). Se ponen a incubar en lo más frío del invierno, normalmente dos huevos de los que sobrevive un pollo. Nace a final del invierno y dedica la primavera a crecer para poder volar con los calores del verano. Puede vivir unos 50 años, mucho más que otras rapaces, lo que contrarresta, en parte, el resto de inconvenientes mencionados, como la dieta o el bajo éxito reproductor.

Las amenazas para la supervivencia del cluxigüesos se centran en los venenos, tanto los que se colocan de manera intencionada como los que se colocan de manera irreflexiva en el exterior de las granjas o viviendas; también los medicamentos que lleva el ganado. Otro factor es la colisión con cables de luz. Para ello se suelen colocar materiales en los cables que los hacen visibles para las aves y evitan los accidentes. La caza es otra amenaza para la especie, así como algunas actividades al aire libre, en especial, la escalada. Asimismo, los vuelos de helicópteros en época de cría, como los que se deben realizar en el caso de rescates en alta montaña, vuelos comerciales o derivados de maniobras militares, así como parapentes o drones.

Casi todos los nombres comunes hacen referencia a su costumbre de comer huesos. «Quebrantar, cluxir, trencar» refieren la manera en que los rompe, lanzándolos desde el aire contra las piedras con gran precisión. Hay un nombre aragonés que se fija, sin embargo, no en que los rompe, sino en que los levanta: devantagüesos. Otras denominaciones más restringidas destacan su espectacular plumaje rojizo, así alica roya (águila roja) y voleta roya (alimoche rojo). Su parecido con la voleta (alimoche) refiere tanto a su carácter de carroñero especializado como a la cola en forma de rombo, aunque la voleta es más pequeña. De hecho, en castellano y a lo largo del tiempo, quebrantahuesos se ha utilizado para ambas especies de manera indistinta, o mezclado con «quebrantahuevos», tal y como viene en una antigua obra del monegrino Francisco Dieste y Buil (1803).

En alemán se registran otros nombres como Lämmergeier ‘buitre de los corderos’ pues se le atribuía erróneamente la caza de corderos (y de niños), lo que contribuyó a su persecución y aniquilamiento. 

Más curioso es el nombre griego Kélonifagi ‘que come (fagi) tortugas (kéloni). En este caso se ajusta a la realidad, pues captura tortugas y las deja caer para romper sus cascarones y comerlas. Es curioso porque se relaciona con una historia sucedida a un dramaturgo griego, Esquilo, que vivió hace 2.500 años. Cuentan que un adivino le predijo que le caería una casa sobre la cabeza y moriría; desde entonces evitaba estar en el interior de las viviendas por si un terremoto o una fatalidad provocaba su hundimiento. Estando así a la intemperie en los montes de la siciliana ciudad de Gela, un quebrantahuesos que había capturado una tortuga escogió su visible calva para atinar desde las alturas con el animal y poder comérselo. La habilidad del tiro de la rapaz acabó rompiendo la cabeza del escritor griego que murió, efectivamente, por la caída de una casa sobre su calva, la de la tortuga.

El seguimiento de la reproducción del quebrantahuesos ocupa durante el invierno y la primavera al personal de la administración medioambiental y de las ONG dedicadas a la defensa de la especie, como la Fundación para la Conservación del Quebrantahuesos. Entre los primeros destaca el trabajo desarrollado por los Agentes para la Protección de la Naturaleza del Gobierno de Aragón que controlan todo el desarrollo de la crianza: celo, incubación, cría y primeros vuelos, además del seguimiento de los ejemplares marcados.

Algunas webs de interés:

https://quebrantahuesos.org 

https://liferedquebrantahuesos.quebrantahuesos.org/htm/es/red/red.htm 

http://www.boa.aragon.es/cgi-bin/EBOA/BRSCGI?CMD=VEROBJ&MLKOB=393566761917