Bombus terrestris L.

ARAGONÉS                      Bombolón
CASTELLANO                   Abejorro
CATALÁN DE ARAGÓN   Borinot

El bombolón es similar a una abeja de cuerpo gordo y peludo. Mide unos 2 centímetros, aunque hay diferencias entre las reinas, más grandes, las obreras y los machos. La cabeza es negra, tiene dos bandas amarillas en el tórax y el abdomen, y el final del cuerpo es blanquecino. El pelo es recio, pues le sirve de aislante térmico, lo que le permite polinizar con temperaturas más frías y clima más inestable que a las abejas. Los pelos, además, acumulan carga electrostática; cuando se posan sobre una flor, el polen es atraído por la electricidad a su cuerpo. El polen se acumula en las bolsas que tiene en las patas traseras. La vibración o bombolonío, característico de estos insectos, produce también la polinización por zumbido, al agitar las anteras de las flores.

Existen otras muchas especies del género Bombus en Aragón, por ejemplo, Bombus pyrenaeus que, a pesar de su nombre, vive en las montañas del sur de Europa, desde los Cárpatos a los Alpes y el Pirineo. Es una especie propia de pastos subalpinos, donde no llega Bombus terrestris que, en principio, no pasa de los 2.000 m. de altitud.

Bombus terrestris es el más común de los bombolons europeos. Vive en el Mediterráneo y llega, por el norte, a Escandinavia e Inglaterra, y, por el este, a Rusia y el Cáucaso. Dentro de la especie hay definidas 9 subespecies, siendo las más extendidas la terrestris, común en Europa, y la dalmatinus, del este. Otras tienen una distribución más restringida, como la subespecie de Canarias, la de Córcega, la de Cerdeña o la británica. En Aragón coinciden dos de ellas, terrestris y lusitanicus, esta propia de la Península Ibérica y Francia. Se diferencian en que la lusitánica tiene las patas algo anaranjadas y la terrestris, negras, y el ápice del abdomen es anaranjado en la lusitánica y negro, en la terrestris. La subespecie de Canarias es peculiar por no presentar franjas amarillas; es negra con el final del abdomen blanco. Está amenazada por la introducción de subespecies europeas.

Diferencias entre las subespecies lusitanicus (a la derecha) y terrestris (a la izquierda), cuerpo y patas. Simplificado de Rasmont, P. et al. (2008) «An overwied of the Bombus terrestris (L. 1758) subespecies (Hymenoptera: Apidae)», Annales – Societé Entomologique de France, 44/1: 243-250.

La lengua de los borinots es corta, diseñada para succionar el néctar. Por ello, cuando las flores tienen el néctar muy profundo, agujerean desde el exterior la parte baja de las mismas para llegar directamente al alimento. Algunas flores que han evolucionado con los abejorros han desarrollado estrategias, para que se produzca la polinización, a pesar de este “robo» del néctar, por ejemplo, el género Petrocoptis, que cuenta en Aragón con varias especies endémicas (véase: http://www.divulgare.net/rompiendo-las-reglas-de-la-naturaleza/ ). Esto ha llevado a algunos problemas en aquellos países donde el bombolón ha sido introducido para polinizar cultivos. En especies autóctonas, que perfora para tomar el néctar, se interrumpe el proceso normal de polinización afectando a su reproducción. Y, en especies exóticas introducidas en esos medios, Bombus terrestris, que procede de los mismos lugares que las plantas invasoras, es más efectivo en la polinización y favorece su propagación.

El ciclo vital de los abejorros comienza con la salida de la reina, una, del refugio donde ha pasado el invierno. Se alimenta de néctar y comienza la construcción de la colonia bajo tierra, a menudo, en nidos abandonados de micro mamíferos. Almacena néctar y polen, y pone unos pocos huevos. De ellos nacen las obreras, hembras, que se pondrán al trabajo de agrandar la colmena. Habrá así nuevas puestas y nuevas obreras. A final del verano la reina pone unos huevos que serán los futuros machos y otros, destinados a futuras reinas. Esta nueva población se apareará y las reinas fecundadas buscarán un lugar donde hibernar. El resto de bombolons morirá.

La mayor capacidad polinizadora del bombolón frente a las abejas, pues entre otras cualidades tienen un ciclo más largo tanto anual como diario, ha sido aprovechada para utilizarlo, domesticarlo, con el objetivo de asegurar la polinización de diversos cultivos. En 1885 se llevaron ejemplares de Bombus terrestris audax desde Inglaterra a Nueva Zelanda, con el fin de polinizar cultivos forrajeros de trébol (Trifolium pratense, original de las mismas áreas que Bombus terrestris). Se llevaron 93 reinas. Cien años más tarde, se repitió la operación en Israel y, en la década de 1990, se extendió a países, como Japón, China, Australia, Sudáfrica, México, Uruguay, Chile, desde donde se extendió a otros como Argentina. Se estima que coloniza entre 10 y 25 kilómtros cuadrados al año. El impacto sobre las especies nativas polinizadoras y sobre la flora autóctona ha sido importante, y se considera una amenaza a la biodiversidad en esos países. Por ejemplo, Bombus dahlbomii, abejorro propio de los bosques australes sudamericanos, está en peligro de extinción por la introducción de borinots europeos, lo que, además de suponer una pérdida de biodiversidad directa, afecta a todo el ciclo polinizador de las especies vegetales de la flora local; se da una disrupción de las redes de polinización.

En Europa el abuso de insecticidas está llevando a la desaparición de abejas y abejorros. Algunos, como el imidacloprid, del grupo de los neonicotinoides, excitan la actividad de los bombolons hasta provocar su muerte por agotamiento. Desde hace años se da una oscura negociación entre los lobbys fabricantes de insecticidas y los gobiernos que pretenden prohibir el uso de estos productos tan nocivos. Más información en:

https://es.wikipedia.org/wiki/Neonicotinoide 

https://www.elindependiente.com/futuro/medio-ambiente/2019/04/30/pesticida-relacionado-cos-abejorros-hiperactivos-agotarse/

Etimología

Bombolón deriva del latín bombus y este, a su vez, del griego bombos ‘zumbido’, una de las características más notables de estos insectos. La misma raíz se encuentra en los nombres comunes de lenguas, como el inglés bumble, el irlandés bumbog, el croata bumbari, etc. La idea de definir al borinot por el zumbido que produce se extiende a otras muchas lenguas; así el francés bourdon, el alemán hummel o el catalán borinot. Bomboloniar, en aragonés, significa insistir mucho, hasta la pesadez, como cuando un niño no ceja en pedir algo. 

En casi todas las culturas se diferencia entre abejorros negros y rubios, bombolons royos y negros, borinots rossos y negres, bourdons fauves y noires en francés, etc. Los royos se asocian con la buena suerte y los negros con la mala, incluso con la muerte. En Cataluña para sant Joan, a final de junio, se fabricaban pals borinoters, palos, con el fin de matar los borinots negres.