Regulus spp.

ARAGONÉS                       Reipetit
CASTELLANO                    Reyezuelo sencillo
CATALÁN DE ARAGÓN    Reietó

Los reyezuelos son las aves más pequeñas de Europa. Hay dos especies:

Regulus regulus, en aragonés, reipetit; en castellano, reyezuelo sencillo; en catalán, reietó.

Regulus ignicapilla, en aragonés reipetit zelluto; en castellano, reyezuelo listado; en catalán, bruel.

El primero es el más pequeño de los dos, pues hace honor al apellido aragonés petit (rei petit). Mide 9 cm., colores pardos y verdosos, con una banda blanca en el ala flanqueada de negro y gris, y la cabeza coronada por una franja amarilla en las hembras, naranja en los machos, enmarcada en negro. Es su corona de rey.

El segundo es similar, pero entre el ojo y la banda negra de la cabeza intercala una faja blanca. Es un poco más grande, pues mide entre 9 y 10 centímetros.

El reipetit zelluto, reyezuelo listado o bruel se puede encontrar en todo Aragón, allí donde medren bosques de coníferas, desde el centro del Ebro a los pinares más altos de pino negro. También le gustan los carrascales, los caxicars o robledales o los hayedos, tanto como los sabinares del Sistema Ibérico. Más allá de Aragón, cría en zonas templadas de Europa y del norte de África.

El reyezuelo sencillo, reipetit o reietó es más montañero; también busca bosques, pero en Aragón vive entre 1.200 y 2.000 m. de altitud, lo que reduce su área a las montañas pirenaicas e ibéricas. Gusta de todo tipo de masas arbóreas, pero prefiere las de coníferas. Su área general abarca casi toda Europa y zonas de Asia, en bosques de montaña, aunque cuando migran en invierno se pueden ver hasta en la costa.

Ambas especies tienen un pico fino y puntiagudo, negro, lo que indica que son pájaros insectívoros. Recorre los árboles inspeccionando ramas y cortezas en busca de insectos y arañas. Su pequeño tamaño les permite colarse en los lugares más recónditos del follaje, donde los insectos se creen protegidos de los depredadores.

Los nombres comunes y científico aluden al mismo significado, rey pequeño, rei petit. No obstante, tiene otras denominaciones en aragonés, como clabelet y, en catalán de Aragón, reimoixó ‘pájaro rei’.

Las dos especies de reipetit no son las únicas que ostentan el título real entre las aves en Aragón. Hay tres más. Una es el rei d’as barzas, que tiene el curioso nombre científico de Troglodytes troglodytes; en catalán, cargolet ‘caracolillo’, una metáfora que también se oye en aragonés; y, en castellano, chochín. Mide poco más que el reipetit, entre 9 y 10’5 cm.; es pardo, suele llevar la cola levantada, es corta, y se pasa la vida entre las matas y los arbustos; por eso es el rei d’as barzas ‘rei de las zarzas’. Vive por todo Aragón y, más allá, por Europa, norte de África y buena parte de Asia.

Es curioso que, de tres reyes de las aves que hemos visto, los tres sean diminutos. Quedan todavía dos reyes más, son similares y algo más grandes, pero tampoco les gusta dejarse ver, aunque viven en todo Aragón. El ruiseñor común, reiseñor, rossinyol (Luscinia megarhynchos) y el ruiseñor bastardo, reiseñor carrasclís, rossinyol de bou (Cettia cetti). En realidad, los nombres catalán y castellano (francés, gallego, etc.) provienen del occitano, por deformación del latín lusciniolus, diminutivo de luscinia (como el nombre científico). El aragonés siguió el mismo camino, pero derivó al rimbombante nombre de reiseñor, rey y señor.

Se cuenta una historia, aquí y en otros lugares del continente, que explica su nombre.

Un día las aves decidieron que deberían nombrar una reina que mandase y a la cual obedeciesen, que organizara su mundo y decidiera lo que menester fuera. Reunidas en un gran claro de bosque, todas se postulaban como merecedoras de tal título. Después de mucho deliberar llegaron a la conclusión de que, si aves eran, debía ser rey aquella que destacara en su vuelo. De nuevo se alzaron variadas voces defendiendo que el suyo era incomparable: el azor que caza entre los árboles a gran velocidad, el quebrantahuesos que planea con elegancia, el cernícalo y el águila culebrera que se quedan quietas en el aire, el pito real que dibuja ondas con su vuelo, las aves de alta mar que juegan con las olas en las peores tormentas… Al final, decidieron que obtendría la realeza aquella que subiera más alto que las demás.

Empezó la competición. Pronto quedaron abajo los pájaros más pequeños; después los de medianas alas; y muy arriba en el cielo se perdieron las siluetas de las grandes rapaces. Al final, quedó sola el águila que, triunfante, descendió en círculos para pavonearse ante la asamblea. Cuando se posó en una recia rama de roble alzó la voz y proclamó:

-¡Yo soy la reina de las aves!

Pero en que se hizo el silencio se escuchó una fina voz decir:

-¡No, el rey soy yo! ¡Yo he subido más alto que ninguna otra!

Todas se preguntaban de dónde venía esa voz y, al poco, vieron asomarse entre las alas del águila al diminuto reipetit:

-Yo me subí a la espalda del águila y, cuando ella llegó a lo más alto, yo estaba encima suyo. Por lo tanto, yo soy el rey.

Y desde entonces se le llama reipetit, reietó, reyezuelo o regulus, que todo significa lo mismo.