Rupicapra pyrenaica Bonaparte

ARAGONÉS                       Sarrio, ixarzo
CASTELLANO                    Rebeco
CATALÁN DE ARAGÓN    Isard

El sarrio es una especie de cabra silvestre de la familia de los bóvidos, como la cabra, la vaca o la oveja. Pesa entre 22 y 28 kg. y tiene una altura a la cruz (del suelo al lomo) entre 70 y 80 cm. Tiene cuernos finos, pequeños, de unos 15 cm. de altura, sin ramificar y acabados en gancho; los tienen tanto los machos como las hembras y les duran toda la vida, a diferencia de los ciervos o los corzos, especies en la que solo los machos tienen cuernos y se les caen y nacen cada año. Los cuernos del macho son algo más robustos y tienen el gancho más cerrado que los de la hembra. Cuando son animales viejos, tienden a inclinarse ligeramente hacia adelante, sobre todo, en el caso de las hembras, al ser más finos. Si se les rompen, quedan defectuosos el resto de sus vidas. El mayor gancho y fortaleza de los cuernos de los machos les sirven como arma en las luchas que tienen lugar en la época de celo, sobre el mes de noviembre. Pueden engancharse en la carne del contrincante y, en raras ocasiones, causarle la muerte.

El género Rupicapra ‘cabra de los peñascos’ tiene dos especies: Rupicapra rupicapra es propia de las montañas que van de los Alpes al Cáucaso y Anatolia, y Rupicapra pyrenaica, que habita en los Montes Cantábricos, Pirineos y en los Abruzos italianos. Se suele separar en tres subespecies que se corresponden con las tres cordilleras: parva, para el Cantábrico; pyrenaica, la de los Pirineos; y ornata, la de Abruzos. Hace tan solo 5.000 años los sarrios se encontraban por todas las montañas del actual Aragón, por ejemplo, en Mazaleón (el yacimiento de Botiquería dels Moros tiene sobre 7.000 años).

Tiene dos pelajes diferenciados. En verano es un pelo corto, de color pardo rojizo. En invierno es más oscuro, denso y contrastado, sobre todo en los machos, con la zona central oscura, cuello y tripa claros, y dos bandas oscuras entre los ojos y el morro. Este pelaje se conoce en aragonés como baste y se dice que es un animal feixau, faxato, o con baste.

Se denomina crapito, crabito o crabido al animal menor de un año (nacen en mayo generalmente); segallo, al que tiene un par de años, hasta tres, cuando los cuernos no llegan a sobrepasar la altura de las orejas; y, al adulto, a los de más de tres años, masto, masclo o mascllo, si es macho, craba o crapa, si es hembra.

Las manadas o crabadas suelen estar compuestas de hembras y crías, algún segallo y tal vez algún macho joven. En la época de cría agrupan a los crabitos en guarderías, con las madres alrededor de los pequeños; en la parte superior de la crabada, una hembra vieja y experimentada suele vigilar con más celo y, en caso de peligro, dirigir la manada a puesto seguro. Los segallos machos forman pequeños grupos y se van integrando en los de los machos adultos. Estos forman grupos pequeños fuera de la época de celo, se mantienen solitarios (solencos o soleus) o se unen en parejas, generalmente de un joven y uno mayor, donde el inexperto sirve de avanzadilla ante posibles peligros.

En la época de celo cada macho busca controlar un grupo de hembras y un territorio. Para ello se dan luchas que suelen consistir en largas y arriesgadas carreras por la montaña, hasta que uno de los dos se rinde o llegan a un rincón sin salida. Los machos más fuertes pastorean más hembras; los más jóvenes aprovechan descuidos de los dominantes; y los viejos se conforman con una o dos hembras. En la primavera, cuando se retira la nieve y antes de la época de partos, se ven carreras de machos que no obedecen al celo, sino a una recolocación de los territorios conforme los pastos se amplían.

En los años 60 del pasado siglo, la creación de Reservas Nacionales de Caza en las principales áreas de distribución del sarrio en Aragón permitió regular su caza y salvarlo de una posible extinción. En la actualidad es en estas Reservas donde se mantiene el grueso de la población, pues la gestión en los cotos de caza colindantes es más laxa. No es el único problema al que se enfrentan los isards. La alta montaña pirenaica está masificada y los pastos no son un lugar tranquilo donde comer, pues se ven ocupados por turistas que los recorren día tras día. La acampada en estos lugares prolonga las molestias durante las 24 horas del día y la presencia de perros sueltos aleja a los animales de sus áreas de alimentación. Cuando llega el invierno y desaparece el pasto, muchos sarrios tienen falta de reservas y mueren por inanición o por enfermedades, que tal vez, de otra manera, superarían sin problemas. En invierno, por otra parte, también deben soportar la invasión de su espacio vital por la especie humana y sus animales de compañía.

Los agentes para la Protección de la Naturaleza del Gobierno de Aragón y el personal de las Reservas realizan dos censos anuales de la población de sarrio, uno en primavera, en el que se puede saber la cantidad de crabitos que han nacido en el año, y otro, en otoño, coincidiendo con el celo, cuando los machos son más fáciles de localizar. Con esos datos, los técnicos del Gobierno de Aragón calculan el número de sarrios que se pueden cazar, número que suele ser sobre el 4% de la población, repartido entre los dos sexos, para que la caza resulte equilibrada.

Sarrio, ixarzo, isard (ixarso, chizardo) son nombres comunes con un mismo origen etimológico. Existe una raíz de antiguo origen que denomina pequeñas cabras silvestres (corzo y sarrio), desde el Cáucaso hasta el Pirineo, excepto los Alpes: sarrio es serna en ruso y sargue en húngaro, y serna, sarna definen al corzo en polaco (sarna), serbio, checo, croata, eslobaco, eslobeno, macedonio (srna) y búlgaro (surna). Por otra parte, en textos occitanos de los siglos XIV y XVII se recoge usarn e isarn. El nombre latino del corzo es capreolus ‘cabra pequeña’.